El morbo de la prensa internacional se ensaña con Corea y se saca de la manga una histeria social que no existe. La redactora del Observatorio Hispano Ruso de Eurasia, Vinna Tak Chung, viajó hasta Corea del Sur y comprobó que el histerismo radicaba en la imaginación de los medios.
Después del juego que ha dado el jugoso discurso de Trump en la pasada reunión de la Asamblea General de la ONU, las especulaciones sobre una posible intervención estadounidense en Corea del Norte son un nuevo incentivo para fabricar titulares después de que las constantes vulneraciones del «rocketman» y sus consecuentes respuestas diplomáticas ocuparan durante el verano gran parte de los noticiarios de todo el mundo.
En este tiempo los medios internacionales también han hecho honor al negocio periodístico y se han dedicado a tejer un imaginario de terror civil en Corea del Sur que añade morbo a la idea de un posible conflicto bélico dentro de la península. Resulta irónico que, mientras tanto, en Seúl, la gente estuviese más pendiente de no consumir huevos con fipronil. Desde unos y otros hemos obtenido perspectivas opuestas. Algunas agencias informativas de occidente nos han expuesto una sociedad que apila alimentos y vive intranquila, con un texto que, además, adornaban con fotografías de las vitrinas con material de emergencia en caso de incendio que equipan las estaciones de metro. Por otro lado, la agencia coreana de noticias Yonhap tomó una aproximación social más realista y transmitió la pasividad general de una ciudadanía para la que las amenazas del líder norcoreano y las pruebas con misiles se han convertido en algo tan cotidiano como el anuncio de la llegada del verano.
El problema con Corea del Norte no es ignorado por los surcoreanos, pero tampoco ocupa un lugar importante en su día a día. Son muchos los que han decidido almacenar raciones como medida de precaución, pero estos ni ocupan la mayoría de la población ni sus previsiones parecen alejarse mucho del “por si acaso”.
“Yo conozco a algunas personas que sí que han comprado abastecimientos. La familia de una amiga lo ha hecho. Y otro amigo ha comprado una linterna de carga manual… por si acaso” nos cuenta Seo Sunkiun, estudiante de 23 años. Sunkiun es la hija de un pastor evangélico, y aunque dice no creer que el asunto preocupe en exceso a los surcoreanos sí que admite que actualmente asume el protagonismo en las oraciones de las iglesias (la comunidad cristiana de Corea del Sur es de las más importantes del mundo).
Bang Seon Joon, de 26 años, formó parte del equipo de la Oficina Comercial de Corea en España. Afirma que entre los amigos el tema Corea del Norte “se menciona de vez en cuando”. La impasividad social con el factor Corea del Norte es un efecto natural de la constante exposición a un problema cuya presencia abarca ya toda la vida de la mayoría de los surcoreanos. No solo han quedado en el aire las propuestas para una resolución factible, sino que la reunificación que tanto se anhelaba en antaño ya ni siquiera es bienvenida para las nuevas generaciones.
Asimismo, muchos ciudadanos reconocen a Estados Unidos como el verdadero objetivo de Pyongyang y están en contra de la Alianza de Defensa entre Seúl y Washington. Desde la instalación del sistema de defensa misilística estadounidense en tierras surcoreanas, las protestas anti-THAAD se han intensificado a lo largo de todo el país. Hasta ahora la estrategia solo ha supuesto la indignación de Pekín que como respuesta ordenó el cese de la actividad de empresas surcoreanas en suelo chino y bloqueó el flujo de turistas chinos a Corea del Sur (el año pasado la mitad de los turistas fueron de procedencia china).
El pasado 15 de agosto, durante el parón del Día de la Liberación o «Gwangbok Jeol» –una fiesta anual que conmemora la expulsión japonesa de 1945 y que se celebra a ambos lados del paralelo 38– una de las exigencias de los centenares de manifestantes que caminaron bajo las lluvias del monzón a través de los distritos centrales de Seúl fue la suspensión de la «Ulchi-Freedom Guardian», un ejercicio militar conjunto entre ambos países que iba a tener lugar en los siguientes días.
Dentro de estas operaciones la administración de Seúl solo incluyó un breve simulacro de evacuación civil que procedió prácticamente de manera inadvertida. En general, la sociedad está en falta de una concienciación adecuada en caso de ataque, y la cantidad de medidas que toma el gobierno ante estas carencias no es proporcional a lo sonora que está siendo la pugna, probablemente porque no quiera desatar accidentalmente una epidemia de pánico que pueda alterar las articulaciones de la industria económica del país, pero sobre todo por la improbabilidad de que verdaderamente se dé un conflicto armado. Corea del Sur es la duodécima economía del mundo y el año pasado supuso el 2.28 por ciento del PIB mundial, una guerra en la península provocaría grandes trastornos, no solo para el mercado coreano, sino también para Estados Unidos, Rusia, China yJapón. Se trata de un pulso que nadie quiere empezar.
Vinna Tak Chung
Redactora OHRE
Categorías:Asia Oriental
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