LA DIÁSPORA CHINA EN EL SUDESTE ASIÁTICO: IDENTIDAD Y PODER ECONÓMICO

En contra de la creencia popular extendida en Occidente, la inmensa mayoría de los expatriados chinos no se concentran en Europa y los Estados Unidos, sino en Asia; concretamente en los países del Sudeste Asiático.

 

En esta región residen más de 25 millones de chinos, principalmente en Indonesia, Tailandia, Malasia, Singapur y Vietnam. Solamente en estos cinco países se encuentra aproximadamente una cuarta parte de los chinos étnicos fuera de la China continental. La presencia de chinos étnicos en estos países tiene importantes consecuencias en los ámbitos políticos, económicos y sociales. Y lo que actualmente es más importante, suponen una de las bazas de Pekín en el tablero geopolítico del continente asiático.

¿QUÉ ES LA DIÁSPORA CHINA?

A menudo retratada en la literatura especializada como “chinos de ultramar” (overseas Chinese), la diáspora china hace referencia a aquellos individuos de procedencia china -que no necesariamente de etnia Han- que residen fuera de la República Popular de China, Macao, Hong Kong y Taiwán. Bajo este concepto se engloba no solo a los inmigrantes de primera generación, sino también a los descendientes de aquellos que abandonaron la China natal en una corriente migratoria fluctuante que se remonta a siglos atrás.

Se trata, en muchos casos, de personas con un fuerte sentimiento identitario y que tienden a construir círculos comunitarios allí donde se asientan. El principal ejemplo de esto es la proliferación de barrios chinos o Chinatowns a lo largo y ancho del globo. Según los datos arrojados por el Informe Anual sobre Migración Internacional China de 2015, sesenta millones de chinos residen fuera de sus fronteras.

Aunque las corrientes migratorias irían variando en cuantía y destino a lo largo de los años -enfocándose más hacia Occidente y Australia en la posguerra- grandes masas de inmigrantes chinos se concentrarían en los países del Sudeste Asiático desde el comienzo del mandato colonial europeo tras las Guerras del Opio (mitad del siglo XIX) hasta las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

Con el transcurso del tiempo los huaqiao que abandonaron su país huyendo de la miseria se han consolidado como la élite económica, y en ocasiones, incluso política, en varios países vecinos del Sudeste Asiático.

Chinos fuera de China

Chinos fuera de la China continental. Fuente: The Economist

LA RED DE BAMBÚ Y EL PODER ECONÓMICO

A nivel empresarial estas comunidades han formado lo que ha recibido el nombre de Red de Bambú (Bamboo Network), una red económica y financiera que conecta a los negocios de descendientes chinos con Pekín y a entre ellos través de todo el Sudeste Asiático. Algunos analistas acuden a esta teoría para explicar el éxito de las comunidades chinas en el sector privado de países como Tailandia, Singapur, Indonesia, Malasia o Filipinas.

Esta red de empresas de tamaño generalmente medio tiene un carácter marcadamente familiar y burocrático. El liderazgo de la empresa es hereditario, la cúpula administrativa mantiene fuertes lazos familiares y en ocasiones una misma familia controla empresas dispersas por numerosos países. La base de esta teoría es que la cercanía cultural facilita el establecimiento de grandes redes de conectividad entre empresas chinas radicadas en Taiwán, Hong Kong, el Sudeste Asiático y la propia China.

Esta relación familia-negocio y los vínculos intracomunitarios, unidos a la filosofía confuciana y a rasgos “propiamente chinos” (diligencia, trabajo duro, pensamiento práctico, etc.) es lo que, según alegan algunos analistas, explica el éxito de la comunidad china por todo el Sudeste Asiático.

Las reformas económicas emprendidas por Pekín bajo el gobierno de Deng Xiaoping en la década de los 80 favorecieron la relación entre China y estas redes de ultramar conforme la economía del gigante asiático se abría. Con el transcurso del tiempo el carácter de la inversión se ha revertido; aunque a día de hoy la red se ha convertido en una de las primeras receptoras de las inversiones chinas, en los 80 fueron los expatriados chinos y sus descendientes los que estimularon la economía china con sus inversiones.

La crisis financiera asiática de 1997 supuso un debilitamiento importante de esta red, no solo por la introducción de nuevas medidas regulatorias por parte de numerosos gobiernos sino también por la adopción entre las empresas de una metodología más práctica y menos personalista.

CONFLICTOS IDENTITARIOS Y EL CONFLICTO DE LA IDENTIDAD

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Dhanin Chearavanont, la segunda persona más rica de Tailandia.

Charoen Pokphand sería el paradigma del éxito de la Red de Bambú. Empresa establecida en 1921 por los hermanos Chia Ek Chor y Chia Siew Whooy, inmigrantes chinos recién asentados en la Chinatown de Bangkok. Con unos modestos comienzos importando semillas y vegetales de China y exportando huevos y cerdos a Hong Kong, la compañía fue creciendo y ramificándose hasta llegar a convertirse en el primer conglomerado en invertir en China cuando esta abrió su economía en 1978. Actualmente Dhanin Chearavanont, hijo menor del fundador Chia Ek Chor, es el individuo al mando de la mayor empresa de Tailandia. El Grupo Charoen Pokhphand es, además, propiedad privada de Dhanin y sus familiares.Tampoco puede pasarse por alto el ejemplo de Yap Ah Loy. Nacido en China en 1837, llegó a la península malaya a la edad de 19 años para trabajar como minero y comerciante. Con el tiempo llegaría a convertirse en el líder de la comunidad china en Malasia y, bajo el control colonial británico, sentaría las bases para convertir a Kuala Lumpur en el centro económico que es hoy día.

El papel de la clase capitalista china y de sus descendientes ha sido crucial en el desarrollo económico del Sudeste Asiático desde el comienzo de sus asentamientos. En algunos países de ASEAN el poder económico de la comunidad china es indiscutible; tal es el caso de Tailandia, donde solo representado un 3% de la población, poseen una participación del 90% en los sectores del comercio y la industria.

Al predominar en los sectores más lucrativos se ha producido cierta división étnica en la fuerza de trabajo. Las poblaciones locales se han visto desplazadas a sectores menos rentables, como la agricultura o la minería. El éxito económico de la comunidad china está en el epicentro de la hostilidad que históricamente han suscitado en esta región.

CONFLICTOS IDENTITARIOS Y EL CONFLICTO DE LA IDENTIDAD

Analizar la situación de un grupo de individuos en base a su etnia puede llevar a muchos problemas, siendo los más frecuentes la generalización y la simplificación de la identidad. En este caso particular nos estamos refiriendo a comunidades asentadas durante siglos en países muy dispares con, entre otras cosas, diferentes panoramas sociopolíticos y procesos de construcción nacional más o menos exitosos. El grado de integración y, por ende, el mantenimiento de los lazos culturales que los identifiquen con sus contrapartes en la China continental varía de país a país. Para comprender este argumento, vamos a plantear dos casos completamente opuestos: la situación de la comunidad china en Indonesia y la de Singapur.

La relación inter-comunitaria en Indonesia puede calificarse de tensa, en el mejor de los casos. Allí residen siete millones de chinos étnicos, y aun así apenas alcanzan el 3% de la población total. La discriminación contra los chinos-indonesios, que se viene arrastrando desde la época colonial, se institucionalizó durante la era del famoso presidente Suharto (1967-1998). Toda manifestación cultural china estaba prohibida (lengua, escuelas, periódicos, incluso los nombres), así como su alistamiento en el ejército (restricción vigente a día de hoy). Durante la crisis financiera de 1998 que asoló al continente asiático, los chinos-indonesios se convirtieron en el chivo expiatorio de la frustración reinante en el país, que se manifestó en ataques a negocios, violaciones, e incluso asesinatos. Episodios de violencia similar -e incluso mayores- se habían vivido ya en 1965 tras el fracasado golpe de Estado contra el gobierno de Suharto. Bajo la sospecha de una posible relación con el Partido Comunista Indonesio, miles de chinos étnicos fueron asesinados.

A pesar de los recientes intentos por implementar políticas de integración, la animosidad perdura. La elección del chino-indonesio Basuki Tjahaja Purnama (apodado Ahok) como gobernador de Yakarta en 2014 trajo consigo grandes polémicas y manifestaciones con eslóganes contra chinos y cristianos. El gobernador acabaría sentenciado a dos años de prisión acusado de blasfemia por criticar a los opositores que esgrimían el Corán para negar que un no-musulmán pudiese gobernar sobre otros musulmanes.

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Manifestantes pidiendo el encarcelamiento de Ahok. Fuente: CNN

Por el contrario, Singapur se ha convertido en el nuevo destino principal de los inmigrantes chinos, atraídos por el increíble crecimiento económico del que ha disfrutado este tigre asiático. Así, los chinos étnicos superan los 4 millones en un país con una población total de 5,800 millones. Con estas cifras conforman el 74% de los habitantes de Singapur, seguidos de lejos por los malayos, el segundo grupo étnico (13%). Junto con el inglés y el malayo, el mandarín es la lengua oficial del país, y la más hablada.

Con la quinta mayor comunidad étnica china, Singapur es el único país además de la propia China, donde los chinos constituyen el mayor grupo étnico del estado.

Los flujos migratorios se remontan al siglo XIX, época en la que Singapur era un importante puerto colonial británico. Desde entonces esta comunidad ha desarrollado un marcado carácter propio que les distingue de los chinos de su país natal. De hecho, los dos conceptos para referirse a los chinos –zhongguo ren y hua ren– han dejado de usarse indistintamente; ahora se emplean para distinguir a aquellos con nacionalidad china y los chinos étnicos, respectivamente. Los nuevos inmigrantes chinos están generalmente mal percibidos entre la población singapurense, chinos-singapurenses incluidos, mientras que predominan los esfuerzos por resaltar su distinción cultural respecto a la China continental (dialectos, vocabulario idiosincrásico, etc.)

El exitoso proceso de construcción nacional ha llevado a la complejización de la identidad, ahora mezcla no solo de elementos étnicos sino también culturales y nacionales. Así, frente al caso de Singapur, donde los chinos étnicos se identifican primariamente como singapurenses y sus vínculos culturales con sus contrapartes de China son cada vez menores, nos encontramos con la tensa situación y la escasa integración que experimentan los chinos étnicos en Indonesia, lo que favorece el sentimiento de comunidad étnica y perjudica a la identificación nacionalista.

Lo que está ocurriendo hoy en día en Singapur es similar al caso de los inmigrantes irlandeses llegados a Estados Unidos en los siglos XIX y XX. A pesar de compartir una lengua y una “madre patria”, los nuevos inmigrantes chinos, al igual que los irlandeses en su momento, son víctimas de xenofobia por parte de grupos que en su época también fueron inmigrantes y con los que cada vez encuentran menos elementos en común; por el contrario, estos se identifican cada vez más con sus connacionales.

Así, en los países de tradición budista (Tailandia, Vietnam y Myanmar) y en Filipinas (donde la gran mayoría de los chinos son católicos, como el resto de la población) el proceso de integración lleva generaciones en marcha, la población es cada vez más mixta y la cultura china ha experimentado una modificación considerable conforme se mezclaba con la local. No es este tanto el caso de Malasia e Indonesia, países musulmanes donde la comunidad china ha permanecido considerablemente apartada y endogámica.

Teresa Romero Villarreal

Redactora de OHRE



Categorías:China, GEOPOLÍTICA

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